viernes, 16 de octubre de 2009

Sybelle, toca La Appassionata lo más fuerte que puedas

Arrojé con fuerza el libro de “Sangre y oro” contra la pared. Sybelle se giró para mirarme con los ojos muy abiertos, y tomando a Benji de la mano, salieron del cuarto cerrando la puerta tras de si.
En cuanto me hallé solo, rompí a llorar con fuerza, abrazando uno de los almohadones contra mi pecho. Sabía que todos en la casa me estarían escuchando y que seguramente de un momento a otro entraría Bianca para intentar consolarme o Pandora para pedirme con su magnífica amabilidad que dejara de dar esos gritos, pero nada de eso sucedió. Di gracias interiormente a Sybelle por haberlas persuadido en su intento.

Me limpié un poco el rostro manchado de sangre con el dorso de mi manga y cerré los ojos tranquilizándome.

Pandora me había advertido cuando cogí el libro de Marius de la biblioteca que no debería leerlo, después también me lo dijo Bianca, luego Mael, Maharet, Khayman, Laurent… Pero había hecho oídos sordos, y en cuanto anocheció fui a mi cuarto, donde mi bella Sybelle y mi adorado Benji estaban jugando a las cartas.

Página tras página fui conociendo aquella faceta que mi maestro jamás había querido mostrarme, fui descubriendo los pequeños secretos que nunca quiso contarme, fui revelando el verdadero sentido de todas las cosas que me dijo… y pude leer con mis propios ojos que él no me había amado ni la décima parte de cómo amó a su esposa.

Yo ya lo sabía, hacía bastante tiempo en que ya me había percatado de ello, pero no había querido aceptarlo, no había sido capaz de creerlo, y cerré mis ojos ante aquella verdad aplastante. Pero una parte de mi necesitaba verla, palparla y aceptarla.

Un dolor lacerante estaba instalado en mi pecho. Leer aquello había sido mil veces peor que ver morir a mi creador, era peor que nada que hubiera conocido.

Yo ya sabía que para él no había sido más que uno más, también sabía que no era el único que había experimentado este dolor, sabía… demasiadas cosas. Pero nada de eso cambiaba el hecho de que a pesar de haber cesado de llorar, siguiera teniendo los ojos húmedos.

Necesitaba verle

Necesitaba que me dijera a la cara que aquello era verdad

Necesitaba que me mirara a los ojos.

Necesitaba verle.

Me levanté y salí de la habitación. En el salón estaban todos mirándome. Bianca se levantó corriendo a abrazarme, pero la rechacé y todos retiraron sus miradas intentando concederme un poco de intimidad… la necesitaba.

Caminé despacio, lento, con la cabeza gacha hasta la puerta que estaba buscando. Posé mi mano sobre el pomo y lo giré.

Marius estaba pintando, como siempre.

Llevaba su cabello dorado recogido en una suave coleta en la nuca. La bata de terciopelo rojo enmarcaba maravillosamente su cuerpo tan blanco como el invierno.
Siguió pintando como si no me hubiera escuchado, y esperó a que entrara y cerrara la puerta para girarse y dar la mínima señal de prestarme atención.

Su ojos cobaltos enmarcados en largas y rizadas pestañas se clavaron en los mios. Nunca había sido capaz de aguantarle demasiado tiempo la mirada, pero por esta vez, lo lograría:
- Amadeo

El susurro de mi nombre voló hasta mis oídos, y llegó hasta mi pecho, clavándose como la espina de una rosa, produciendo un dolor corto… pero devastador:
- Maestro, quería preguntarte…

- ¿Qué te ha parecido mi libro, Amadeo?- me cortó suavemente como si no me hubiera oído
Parpadeé varias veces y abrí la boca para contestar, sin emitir un solo sonido. Mi corazón inmortal palpitaba con fuerza y sentí mi piel enfriarse aún más de lo normal. Volví a cerrar lentamente los labios, no sabía que decirle.

- Acuéstate en la cama y quédate quieto, quiero dibujarte
Asentí y despacio caminé hasta el lecho, acomodé las almohadas y me recargué en ellas sin retirar ni por un momento mis ojos de los suyos.

- Desabróchate un poco la camisa, quiero pintar tu pecho
Levanté mis manos y obedecí, dejando que mis dedos rozaran levemente mi torso, deseando desvanecerme.

Marius sacó un nuevo lienzo, preparó los colores, y tomando uno de los pinceles comenzó a plasmarme como solía hacerlo antaño.

El tiempo pasó sin que nos diéramos cuenta. Mi maestro era capaz de pintar a velocidades increíbles, y aunque solía hacerlo despacio, seguía siendo demasiado rápido para un mero mortal. Pero en esta ocasión lo hizo como cuando yo aún era un humano y no quería descubrirse. Cada pincelada, cada toma de color se movía a una lentitud desesperante, disfrutando de mi falta de paciencia, como había hecho siempre.

Miles de recuerdos acudieron a mi mente. Demasiadas veces había estado en aquella misma situación. Eché en falta sus sonrisas y guiños, sus “No te muevas, Amadeo”… eché en falta Venecia, eché en falta demasiadas cosas.

De pronto Marius se separó del caballete y rápidamente se colocó a mi lado. Había estado tan absorto en su mirada que me sobresalté. Sentí sus labios sobre mis ojos. Había empezado a llorar de nuevo sin que me percatara de ello.

Aquellos labios, tras besar mis ojos mojados, tras lamer el rastro de mis lágrimas, volaron a mis labios y atraparon mis suspiros. Mis manos se enredaron en sus lacios cabellos, y las suyas agarraron con fuerza mi cadera haciendo que nuestros cuerpos chocaran.
No ofrecí resistencia alguna, no podía, necesitaba volver a sentirme el humano que recogió en un burdel y creyó que Marius era su Dios.

Me tomó como tantas veces atrás lo había hecho. Me llenó de él y acalló mis gritos con sus besos.
Me quedé dormitando en sus brazos unas horas antes de levantarme. Le besé en la mejilla y cogí su bata antes de salir. Sentí el suave terciopelo sobre cada centímetro de piel de mi cuerpo desnudo.

Al llegar al salón solo quedaba Sybelle, sentada en la banqueta del piano, esperándome. Intenté dedicarle una sonrisa, pero fui incapaz. Me senté en el suelo a su lado y apoyé mi cabeza en sus piernas mientras comenzaba a acariciar mi cabellera con dulzura, ofreciéndome todo su cariño.
Escuché como Pandora se asomó al salón y me observó durante un rato. Después se dirigió al cuarto de Marius y comenzaron a discutir acaloradamente, pero tras un silencio…

-Sybelle, toca La Appassionata lo más fuerte que puedas.- murmuré

Ella no dijo nada, pero obedeció al momento, ofreciéndome sus fuertes notas en mis oídos.
Yo ya sabía que Marius era un ser excepcional, un ser que, según él y nosotros deseábamos creer, era capaz de amar apasionadamente a varias personas, y si nosotros le amábamos, debíamos a aprender a respetarle así…

Marius hizo el amor a Pandora en el mismo lecho donde no había pasado ni un día me lo había hecho a mi. Cerré los ojos y me concentré en el piano. Lo que sucedía en la habitación de mi maestro era algo que no estaba dispuesto a escuchar.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Canción de Les.

"Te odio, te odio, te odio"
Es el principio de una de mis canciones favoritas. Trata de las cremas antiarrugas y de la cirujia estética.
Situaciones indiferentes que se me ocurrían mientras colgaba la banderita del muñeco de los ojos saltones y brillantes en la puerta de mi habitación.

- Es tu habitación provisional - me dijo Pandora con cara de susto cuando vió que colocaba en el techo el poster de mi último disco "Viuda en Correos".
No se me ocurre nada más que ello para hacerla rabiar. Me mira con esos ojitos degolladedos y con esos candelabros tan horteras del siglo pasado...ay! Es tan peliculera.

Pero en el fondo la quiero como una hoguera a sus muebles carbonizados.

- Deberia se ilegal ser tan borde y tan...esto...Tú! Te voy a denunciar.

- Yo no quiero ser simpática contigo, Lestat.

- Llmámame Les, querida. - Pandora se dió la vuelta y pasó de mi. Total...tenía a otros para entretenerme. - ¡Hombre, Louis!

Llevaba su maleta amarilla en brazos, como si le costase trabajo sostenerla o algo parecido. Era tan tierno verle ahi, interrumpirle el paso y hacerle soltar la maleta; observar con altivez su rostro intentando encontrarse el mio. Su voz suave reclama de mis labios y de mi presencia.

- Lestat, ¿Podrías apartarte?

- Claro Dupont, pero exijo un precio.

- ¿Cúal? - "Que tonto..." pensé.

- Un beso.

- ¿Dénde?

- ¿De verdad me estas preguntando eso Dupont?

- Point du Lac - quiso corregir.

- Dupont es más corto - Louis suspiró. Volvió a coger la maleta para entrar en el cuarto. Era fantástico que se diera la vuelta para besarme. Era hipergenial oirle masturbarse para mi. Fantasfiroso!!
Mi sonrisa lasciva se lo decía todo.

Marius, Pandora y el pequeño Armand pasaron cerca de mi. ¡Ni me miraron esos desgraciados! Solo Armand alzó un poco la ceja...pero algo es algo.

- Vuelve a la escuela niño - Repliqué - Tus ojos casi hacen daño.



Me divertí. Le saqué la lengua, el único órgano que era capaz de apreciar.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Mi Lelio... mi matalobos... mi Lestat

Vale, estaba bien que hubiera accedido a irme de viaje con Lestat.
Vale, estaba bien que hubiera decidido por su cuenta que nos iríamos de viaje junto a Marius, Pandora y Armand a Europa.
Vale, estaba bien que no objetara nada y tuviera que soportar la presencia de Louis pegado a Lestat todo el tiempo.
Pero esto, esto si que no estaba bien, en absoluto.
- Hola, y buenas noches a todos. Mi nombre es Gabrielle y voy a ser vuestra azafata en este vuelo.
Desde que la madre de Lestat había visto por primera vez un avión, había quedado enamorada de estas gigantescas máquinas voladoras, y como se unió al viaje en el último momento, la única forma de que viajara con nosotros había sido desapareciendo a la azafata de primera clase (Pandora se encargó de ella) y así Gabrielle ocupar su lugar.
- Hola mamá.- exclamó Lestat agitando su mano para saludarla
- Cariño, ahora no, estoy trabajando.
Había dos cosas que tampoco me gustaban de este viaje.
La primera es que no entendía porque teníamos que viajar en un avión público, teniendo el avión privado de Lestat. Allí podríamos ser nosotros mismos, ya que sus trabajadores estaban más que acostumbrados a las excentricidades del cantante, y no pasaría nada. Pero gracias a la magnífica intervención de Marius, alegando que un viaje con humanos sería mucho más interesante, nos encontrábamos en un asqueroso avión de Iberia, que a pesar de estar en primera clase, nos rodeaban bastantes mortales, haciendo que el vuelo se tornara insufrible al tener que estar fingiendo incluso en un viaje de placer, como había nombrado Lestat.
Y la segunda, no me gustaba en absoluto como habían sido repartidos los billetes, haciendo que la colocación a la hora de sentarnos resultara, para mi y Armand, horrible. Pandora y Marius viajaban juntos, después Lestat y Louis junto a un humano y después Armand y yo. Obviamente, el pelirrojo y yo no parábamos de lanzar miradas rápidas a los otros asientos, vigilando los movimientos de nuestros compañeros .
Gabrielle terminó con su gran explicación, en la cual dedicó unos minutos en hacer publicidad a su hijo. Tras esto, había tomado con gran responsabilidad su nuevo trabajo como azafata y se ocupaba de todos los ocupantes por igual, aunque, por que ocultarlo, se pasaba cada poco a charlar con Lestat y Louis.
- ¿Quieres un poco?
Giré la cabeza, apartando la mirada de ese rubio para mirar al pelirrojo que tenía a mi lado, que me ofrecía una gelatina de sangre:
- Merci
Se encogió de hombros ofreciéndome una torpe sonrisa antes de comenzar a comerse la suya. Todos estábamos muy agradecidos a Bianca al habernos dado aquella creación suya para el viaje. Al estar frías el sabor no era muy bueno, pero la verdad es que calmaba la sed a una velocidad sorprendente.
El tiempo transcurrió despacio, como intentando deleitarnos con su transcurso siempre rápido para nosotros, excesivamente rápido, y ahora intentara que disfrutáramos de su lentitud.
Me quedé ensimismado durante bastante rato, no por el aburrimiento del viaje, si no para poder controlarme y no mirar cada dos minutos a Louis y su mano entrelazada con la de el que fue mi pareja.
Lo que me sacó de ese sopor, fue un pequeño grito por parte de Pandora. Giré y posé mi mirada en aquella antigua pareja. Nuevamente estaban discutiendo. No sabía como era su relación cotidiana, pero según Sybelle cuando nos despedimos de ella dijo que desde que se planeó este viaje discutían más que antes. Aquello estaba subiendo de volumen, y Marius al percatarse de ello decidió ponerle fin con un “Tú tenías razón” y un beso en los labios de labios de su esposa.
De pronto sentí un leve temblor en mi pierna, y me di cuenta que había sido la rodilla de Armand al moverse. Este tenía los ojos clavados en la pareja, y su mirada era inescrutable, pero por su respiración agitada pude notar su incomodidad.
- Mirarles no te aportara ningún beneficio.- dije tranquilamente
El joven inmortal me miró a los ojos y suspiró:
- Vivo con ellos, esto para mi es pura rutina diaria
Asentí y el hizo lo mismo. Creo que era lo único bueno que estaba rescatando del viaje, el poder sentarme con Armand. Ambos nos entendíamos muy bien, y a pesar de que mi vida estuvo a punto de ser destruida por su culpa, me sentía a gusto junto a él. Su compañía era muy agradable.
Levanté la mano y tomé con delicadeza una de sus ligeras ondulaciones de su suave cabello rojizo y jugueteé con ella dulcemente, mientras Armand cerraba los ojos y sonreía relajándose con la caricia.
En esos momentos costaba creer que hubiera sido el líder del Teatro:
- Si te pones el Mp3 te distraerías un poco.
- Me lo he dejado en la maleta.- murmuró abriendo los ojos
Rebusqué en mis bolsillos y saqué mi Mp4 que aquellas navidades Maharet me había obsequiado, y tras poner música clásica se lo tendí a Armand:
- Gracias Nicolas.- susurró dedicándome una sonrisa inocente mientras se colocaba los cascos mirando por la ventanilla.
Faltaba poco para el amanecer, y a pesar de que Pandora había previsto eso reservando unos asientos al final del avión donde Gabrielle había acomodado para que no penetrara ni una mínima luminosidad y pudiéramos dormir hasta el aterrizaje, me sentí un poco nervioso. Y tal vez por ese mismo nerviosismo me dediqué a mirar cautelosamente a Lestat y Louis más que antes.
He de reconocer que hacen una pareja estupenda. Ambos se complementan perfectamente.
La luz cegadora de Lestat seguía existiendo incluso con más fuerza que antaño, y Louis, a pesar de su negativa y pesimismo, poseía una cálida luz que era como un regalo del cielo que tanto amaba Lestat. En cambio yo, seguía poseyendo la misma oscuridad que buscaba con desesperación la luz del rubio y que esta no necesitaba para nada.
Desde mi regreso del más allá, como llamaban algunos, todos me habían colmado de atenciones y habían esperado pacientemente a que yo solo narrara mi historia de cómo sobreviví a las llamas y volví a la vida. En cuanto Lestat se enteró de mi vuelta, corrió a mi encuentro y me brindó todo su cariño. Pero no era como antes, ni siquiera vivíamos juntos. Pues en todo este tiempo de ausencia, Lestat había estado con mucha gente y ahora su pareja oficial era Louis, como lo había sido durante setenta años junto a Claudia.
Ahora solo me dedicaba sus besos y caricias intimas cuando por algún casual se le apetecía venir a visitarme con la excusa de escucharme tocar el violin. Ahora solo me necesitaba cuando quería placer carnal conmigo y rememorar viejos recuerdos. Para lo demás, su amante era Louis y yo solo era un viejo amigo de su época humana.
Y todo eso, que maquillaba y ocultaba fingiendo simplemente ser mi ironía y cinismo de siempre, se clavaba en mi ser como mil dagas ardientes.
Entonces me percaté de que los azules ojos de él se habían quedado posados en los mios, descubriendo mi espionaje a su animada charla con Louis. Aquellos trozos de cielo me traspasaron. Noté mis ojos humedecerse, y antes de que ningún humano viera teñirse mis mejillas de lágrimas de sangre, me levanté y lo más rápido que pude sin llamar la atención me encerré en el baño.
Me eché agua en la cara para tranquilizarme y respiré hondo, pero cuando me enderecé vi en el espejo como Lestat entraba en el cuarto y cerraba con cerrojo la puerta tras si:
- ¿No puedo tener ni un momento de intimidad en el servicio, Lestat?
- Estabas a punto de llorar
- No es cierto
- Lo es, tenías los ojos mojados
- Mentira
- Nicolas, por favor, no seas crio.- dijo mientras me asía de los hombros y me giraba para mirarnos a los ojos y no a través del reflejo del espejo
- No eres el más propicio en decir esa frase, Príncipe Malcriado
- Oh, Nicolas, por dios, ¿qué te pasa?
No pude callarme más y estalle.
- ¿Qué qué me pasa? Me pasas tú ¡Tú eres el causante de todo! ¡Por tu culpa estoy así! ¡¿Siempre tienes que ser el protagonista de todo?! De todo… de todo… ¡Estoy harto de depender de ti! ¡Qué toda mi existencia la regules tú! ¡Estoy agotado de solo pensar en ti! Ya no lo soporto más… no… no….
Y perdí el control comenzando a llorar amargamente. Ya no podía contenerme más y miles de lágrimas bajaban por mi rostro cayendo a raudales dejándome caminos rojos por mi blanquecina piel.
Odiaba llorar, mostrar mis debilidades, y más si era delante de él. Pero ahora era incapaz de contenerme. No podía parar de llorar. Intenté decir algo, cualquier cosa, pero las palabras se me estrangularon en la garganta. Comencé a temblar y me abracé a mi mismo como si tuviera frio. Cerré los ojos con fuerza deseando desaparecer.
Escuché decir mi nombre varias veces, pero nada de eso pudo contener mi llanto.
- Lo siento muchísimo, mi vida, perdóname
Aquello hizo que durante unos instantes callara, para después volver todavía con más fuerza.
Era estúpido lo que hacía, yo ya había perdido mi oportunidad hacía muchos años. Le había perdido a él, y ahora le pertenecía a Louis. Lestat nunca me había necesitado, y ahora muchísimo menos. Pero eso no hacía que disminuyera mi dolor.
Entonces me acercó a él y me abrazó con fuerza, queriendo protegerme de todo con sus brazos. Hundió una de sus delicadas manos entre mi rizado cabello y se concentró en penetrar en mi mente y recorrer todos y cada uno de los recovecos de esta para intentar comprenderme y entender mi dolor.
Tuve ganas de gritarle “¡No desnudes mi mente!” pero de lo único que fui capaz fue de enterrar mi cara en la curvatura de su cuello y aferrarme a él con fuerza mientras me desahogaba como no lo había hecho en años.
Lentamente me fui calmando hasta que solo quedaron pequeños temblores. Lestat me separó dulce pero firmemente de él. Abrió el grifo y sacando un pañuelo de encaje de su bolsillo, lo mojó y con toda la ternura de la que poseía me limpió delicadamente la cara.
- Nicolas, mi querido violinista, ¿qué voy a hacer contigo?- dijo sonriéndome mientras se sentaba en la tapa del WC y me abría sus brazos.
- Mi Lelio.- fue lo único que pude susurrar antes de sentarme en su regazo y abrazarme a él.
Noté como Lestat sonreía y comenzó a acunarme a la vez que me acariciaba los rizos.
- Perdoname, Nicolas, te pido perdón por todo el dolor que te he infringido sin darme cuenta.- empezó a decir. Trate de cortarle, pero me acalló con un siseo antes de proseguir.- He sido un egoísta, un necio y un hipócrita al no darme cuenta de ello.
Levanté la cara y me fundí en esos ojos azules que tanto amaba y había añorado durante tanto tiempo que me volvieran a mirar así.
Lestat unió sus labios a los mios y volvimos a besarnos como antaño.
Salimos del baño cogidos de la mano, y tras esperar un poco a que Lestat le dijera unas cosas a Louis, este me dio un ligero beso antes de que mi matalobos y yo nos fuéramos a los asientos reservados del final, donde, a pesar de todavía faltaba una hora para el amanecer, me quedé dormido en sus brazos acunado por su canto.

lunes, 25 de mayo de 2009

Radio Blog: Entrevista a Pandora

*Musica de Violines a lo Chill-Out. Eso quiere decir Nicolás de esclavo musical*

L: Buenas noches a todos. La eternidad se hace larga y espesa y tenemos mucho aburrimiento * Con voz sombria * Hoy en las entrevistas, tenemos a Pandora. Hola Pandora.
P: Hola. Tienes que hablar asi?
L: *Fumando un puro* Como ... cof... cof... estas?
P: Me estas poniendo nerviosa.
*Silencio*
P: Bien?
L: Estas bien?
P: Te estoy diciendo que si.
L: Es bonito vivir con Marius?
P: No
*Silencio*
P: No demasiado.
L: Le quieres?
P: Si.
L: Él te quiere?
P: Supongo.
*Silencio*
P: Supongo que si...
*Más Silencio*
P: Que si joder!
L: Y Armand?
P: En su cuarto, creo.
L: Nooo, que qué te parece!
P: Me parece, me parece...
L: Que si te parece bien que esten juntos?!
P: Quienes...?
L: *Suspiro* Armand y Marius!
P: Que pasa...
L: *Dandose golpes contra la mesa y el microfono* ¡¿Que te parece que Armand y Marius FOLLEN?!
* Nicolás paró de tocar del susto *
P
: Considero fielmente que la situación que Amadeo y Marius estan viviendo, no perjudica ni beneficia mi propia situación personal, viviendo claro esta, bajo el mismo techo, son claras las apreciaciones que tengo del caso, no sin olvidar el ligero resentimiento que a veces pueda experimentar en pro del mobiliario y de los complementos del hogar.
L: ... Eh si...claro.
P: Si no tienes más preguntas quiero irme.
L: No, espera Pandora. Hoy tenemos un invitado más.
*Nicolás abre la puerta de la salita*
L: Hoy Marius, nos acompañará en nuestra desvelada noche. Hola Marius.
M: Buenas noches, Lestat, Pandora, Nicolás, estoy muy agradecido de estar en tu programa.
P: Pff...
M: Esa actitud no es buena, querida.
L: Marius, espera tu turno. Marius, como estas?
P: Le vas a gastar el nombre...
M: Estoy bien, Gracias por tu intervención Pandora.
L: Pandora y Marius. Marius y Pandora. Contarle a vuestros fans lo mucho que os quereis. Pandora...cuentanos, dinos el amor que sientes por él.
P: Creo que no es momento ni lugar para hablar de ello.
M: Tienes algo que ocultar?
P: Sabes que no es asi, quizá lo tengas tu...
L: Bueno...mientras ellos discuten, yo desconecto sus micrófonos. Ahora vamos a entrevistar a alguien mas mágnifico, mas hermoso, mas bello, mas genial. Lestat al descubierto. Hola Lestat.
Hola. Que tal? Bien Lestat, y tu?. Yo bien Lestat, Es increible lo guapo que eres. Cierto, lo es...
* Nicolas alucinaba en colores *


...Ya de día.
L: *Bostezo* Y hasta aqui la entrevista de Lestat a Lestat o también llamado Lestat al Descubierto.
*Pandora y Marius dormidos. Nicolas dormido de pie con el violin*
L: Buenos dias. Buenas noches. Buenas tardes. Hasta la próxima.
*Bianca entra enfadada a la salita:
B: Pero como me teneis esto por favor! Y estos dos? * Cogiendo a Marius y Pandora del brazo* Vamos todos a la cama ahora mismo. Si esque una tiene que estar en todo!
L: * Cogiendo a Nicolas en brazos * Un beso a todas mis fans. Estaremos aqui otra noche más.


*


Me duele la cabecita, el cuerpecito y tengo fiebre u.u

Beeh! Quiero moriiiiir!

sábado, 23 de mayo de 2009

Radio Blog: Una explicación

*Musica radiofonica de entrada*
L: Buenas noches a todos!!!!! Y bienvenidos a la primera edición del Radio Blog de NegroYo!!!! *aplausos* Y os estareis preguntando, qué es esto? qué es esto? qué es esto? Pues es una zona "light"
N: No te hagas el interesante hablando en inglés... además, por qué dices que es una zona light? Es una tontería, Lestat
L: NO LO ES!!!! Además, Nicky, al ser una zona en la que podemos hablar tranquilamente, algo asi como un "detras de las cámaras", puedo llamarle como quiera.
N: Pues entoncés llamale "Detrás del blog" no "zona light"
L: Pero así queda más "chic"
N: Eres un caso perdido... no sé ni para que discuto...
L: Y tras esta intervención, sigo explicando en qué consistirá esta zona light. Como ya he dicho hace unos momentos, esto será nuestro detrás de las cámaras particular. Aquí, todos los inmortales que escribimos en el blog podremos hablar y expresarnos tranquilamente sin miedo a la censura *susurro* a menos que aparezca Pandora por aqui
P: Qué decías sobre mí?
L: Nada, nada, solo comentaba lo maravillosamente guapa que eras.
P: Dejate de idioteces y di ya lo que querías contar hoy
L: Vaaaaale mamá.... asi que damos paso a nuestro reportero más guapo, sexsymbol, fanserviciado y violado de todos nosotros. Un chico intrépido, divertido, violable...
A: ...!!! Lestat!!!! Deja de decir gilipolleces!!!! Yo no soy nada de eso!!!!
L: *risas* Está bien, ya paro.... vamos Armand!!! Cuentanos a todos lo que debemos decir hoy
A: *suspiro* Lestat me ha pedido que explique en qué consiste nuestro blog. Actualmente estamos en un pequeño viaje en España, como ya pudisteis leer en una de las entradas de Marius. Este blog fue idea de Gabrielle...
G: De mi!!
A: Si... de ti, una idea de Gabrielle para darnos a conocer más y para...
L: ... y para que mis fans no se quedaran sin noticias mías tras tanto tiempo sin presentar ningun concierto, ni salir en la TV, ni una entrevista ni nada...no desfallezcais, queridas mias!!! Lestat sigue en activo!!!
A: Lo vas a contar tú o yo?
N: Lestat, dejale hablar
L: Vaaaale, sigue pelirrojo....
A: *suspiro* En fin... por eso decidimos hacer entre todos este blog. Lo hemos dividido en dos secciones: Nuestro viaje a España: donde cada uno de los inmortales escribe como quiere y narra lo sucedido en el viaje; e historias sueltas: En ellas, cada uno de nosotros puede escribir sobre cosas que nos hallan sucedido pero que no esten relacionadas con el viaje a España. Por ahora, la única que ha escrito en esta sección ha sido Pandora.
L: *aplausos* Magnifico!!! Maravilloso!!!
A: ... no me vuelvas a pedir que participe en esto.
L: Y con esta maravillosa explicación espero que la lectura del blog sea mucho más amena y sencilla.
P: Los lectores, que por cierto solo tenemos uno, no son tan idiotas como para no haber captado eso.
N: Cierto, no hacía falta explicación
L: Pero es que necesitaba una excusa para abri este apartado!!! Si no, Marius no me hubiera dejado escribir esto
P: Y con razón
L: Pero ahora como ya está iniciado... volverá a aparecer pronto!!! Y escribiremos todos!!! Será nuestro making off del blog!!! *aplausos*
A: ... con razón o sin razón, creo que no se le debería haber dejado abrir este apartado a Lestat
L: No seas tan cruel conmigo, Amadeito!!!
A: No me llames asi!!!! Llamame Armand!!! Amadeo o variantes solo me puede llamar Marius
P: Pues yo te llamo Andrei, o Andreita o como me de la gana
A: Eso es porque tu haces lo que te da la gana a so pena de ponerte a romper todo, te conviertes en una fiera
P: ...!!!! Pues ahora vas a ver lo que hace una fiera!!!! *sale fuera de la habitación*
A: Pandora!!!! Nooo!!! Espera!!!! *sale corriendo tras ella*
N: Una pequeña aclaración, nos encontramos Gabrielle, Lestat, antes Pandora y Armand, y yo en el salón, y ahora Pandora y Armand han salido corriendo.
*se escucha a lo lejos objetos que son lanzados y se rompen contra las paredes, suelo, techo...*
L: Se han ido a la habitación de Amadeito... que irán a hacer...
N: Lestat, por favor
L: *risas pervertidas* Yo no he insinuado nada.... *canturrea*
N: Serás... vamos, cierra por hoy esta sección
L: Nicky, no te parece este blog como si fuera el diario de todos?
N: Deja ya de hablar y acaba con esta estupidez de una vez!!!
L: Puedo acabar como yo quiera?
N: *suspiro* Si, como quieras
*se escuchan besos y gemidos y algo, o alguien, que se cae*
G: Creo que Nicolas y mi hijo no se encuentran en situación para hablar y despedirse de todos, asi que lo hago yo. Buenas noches, y hasta la próxima.
*Música radiofónica de salida*

Guerra y Paz

Debido a tu inmensa paciencia. Volvimos a gritarnos al oido. Te recostaste a mi lado, como si yo te importase algo, con demasiada seguridad para mi gusto y de esa manera que me hace odiarte.
Me rodeaste entre tus brazos como si quisieses tranquilizarme. Habia destrozado todo, sus cuadros, sus letras, sus cuadernos, hasta sus malditos deberes.
No quería más de él, ni él quería de mi.

- Es solo un niño.

- Cállate Marius. Quiero dormir. ¿No vas a respetar ni siquiera mi lecho? - El fingió que le impresionaba, pero realmente era una respuesta que hacía años que no escuchaba, nada de ese estilo salía de mi boca, y ni de pasada volvería a escuchar.

- Quería darte una explicación.

- Le quieres. Le amas. - No, no era una pregunta, era una afirmación que me rodeaba la memoria, y de la que no estaba segura poder alejarme algún día.

- Y a ti. - Eso me hirió aún más. Cuanto más amor tenía por dar, y cuanto me daría a mi, cual era la forma de repartir que él tenía tan en mente. No entendía a que se referia con esa frase, pero no era nada que me gustara. - No llores, por favor.

Tenía que salir de alli. Me zafé de él, como pude, me apretaba tan fuerte que incluso pensé en rendirme y no salir. La casa estaba a oscuras cuando me encontré en el pasillo, todas las persianas correctamente bajadas, ni un halo de luz, ni el más minimo rayo o sombra proyectada. Nada.

Entonces me di cuenta de que alguien estaba en el salón, de que sonaba una música de fondo. Y agradecí que no fuera la Apassionata de nuevo, comenzaba a estar harta de ella.
Parecía una película.

Cuando entré con los brazos cruzados, parecía una madre enfurruñada, el pelo suelto como me gustaba, y el camisón de algodón blanco arrastrando; el grupo congregado junto al televisor ni me miró. Lloraban. Era increible. Amadeo y Sybelle se abrazaban como dos muñecos rotos, llenos de sangre de sus propios llantos. Lestat no estaba muy segura de como se encontraba, estaba recogido en el sofá como si meditara una complicada teoría matemática.

- ¿Que está pasando? - pregunté ya un tanto preocupada - A que tanta atención.
Amadeo levantó la cabeza, me miró con sus ojitos brillantes, y se limpió las lágrimas con el pañuelo, apenas podía hablar. Sentí lástima. Aquel niño, mejor dicho: Aquel hombre, hace un momento estaba apunto de hablar improperios varios, de mandarle solo a algún desierto a freirse ante el dios Sol...Me estaba mirando, de esa manera, como miraba a los demás. Sentí que nunca habia sido del todo de su agrado, pero ahora era diferente.
Su voz sonó lastimera.

- La sirenita, se siente encerrada en su hogar, y decide salir en busca de aventuras. Se enamora y luego...y luego...

- Luego viene una bruja, una bruja loca, hace locuras, y...la mata. - Completó Lestat.

- ¡No la mata, bestia! - gritó Sybelle. Sorprendentemente no era Lestat el que había alzado la voz, y de mi boca no salio un aviso para bajar el tono de esta. Una sirena asesinada, es todo lo que entendí. - La bruja le quita la voz a cambio de darle un cuerpo humano y poder vivir con su amor. Es una historia preciosa.

- Es un cuento - afirmé sin darle importancia. Por primera vez en mi vida noté la inseguridad de Lestat, se recolocó en su asiento y habló. Le ví ofendido, a pesar de que no había dicho nada para propiciarlo.

- Dime. Si viniera alguien y te dijera que podrias volver a ser mortal. A morir. A vivir. ¿No donarias tu voz, tu nombre, tus palabras, tu extraordinaria retórica? ¿Serías tan fria como me pareces ahora?
Parpadee un par de veces y miré alrededor desconcertada. Louis estaba sentado leyendo, alejado de todo este bullicio fílmico; no habia reparado en él, también parecía triste, aunque realmente nunca fue feliz del todo, pensaba.

Volví a repetir en mi mente las palabras que habia dicho Lestat, me recordaron más a un discurso típico de Marius, me asusté, al menos en parte, pero no quise llorar. Sybelle se levantó y me acogió entre sus brazos delicadamente, me condujo al sofá y me sentó entre ella y Amadeo. Estaba algo indignada, todo eso habia dolido, muy profundamente, y sabía que en esta casa nada se podía ocultar, vivíamos demasiado juntos, demasiada gente en tan poco espacio y mis palabras también se escuchaban a borbotones alrededor de los muros.

- ¿Desde cuando haces caso de nuestras tonterias? - preguntó Lestat ahora más tranquilo y más...él.

- No hago caso - mentí.

- Entonces vuelve a poner la canción Syby. Ahora quiero interpretarla.

- ¡Lestat!

- Ha dicho que no ha hecho caso.

- Discúlpate.

- No tiene disculparse por una verdad. - Hacía un rato que miraba la mesilla que estaba delante mía. Recordé porque la habia comprado y los problemas que trajo, recordé tambien que Marius y yo ese día nos enfadamos decididamente. Recordé tambien quien estaba a mi lado tomándome la mano mientras el rubio romano razonaba los colores caoba y cerezo.
Amadeo me sonreía. Yo habia sido muy cruel, ahora me sentía culpable.

- Lo siento, Andrei. Armand...Amadeo....No se...

- No importa. Ya esta bien - Miró a Sybelle y ésta volvió a poner la película, él me tomó de las manos, acercó su cabeza a la mia y me susurró al oido - Tus celos son infundados, déjale que haga lo que le plaza, tu harás lo mismo, y todos estaremos más tranquilos. Sobretodo tú.

Era imposible que Marius pudiera escuchar nada con los berridos de Lestat.

- No, realmente no me importa esto, cuando nos convirtieron en lo que somos confiamos en que nuestra moral sería diferente, y en que términos vulgares desaparecerían. Aqui no existe un matrimonio, una unión o una relacion de dos, tres o cinco personas. No se cuando llegaré a comprender que realmente nos ama a todos y a si mismo de igual manera.

- Algo así le escuche un día. Tus palabras le calan hondo, todo lo que dices le hace llorar como un niño, es algo decepcionante verle asi; pero cada uno de nosotros tiene una relación diferente con él. Quieras o no, él te ha elegido como esposa, en términos occidentales.

- Las esposas no se eligen. Es una verdad que se quedó en su amada Roma.

- Supongo, ahora mismo no te se decir. Lo único que quiero es no tener tu rencor.

- No lo tendrás más. Ahora me considero libre de él.



*


Ya se Petit que te tocaba a ti. Pero no pude reprimirme y tuve que escribirlo *o*
Te dedico como Pandora a Amadeo, las palabras más hermosas que haya escritas.

domingo, 17 de mayo de 2009

La Libreta

Se revolvió en el asiento contorsionándose, buscando ideas. El papel en blanco frente a la mesa comenzaba a exasperarla cada 15 segundos aproximadamente. No conseguía poner nada.
Levantándose muy enfadada dio un portazo (con cuidado de no romper la puerta), lo justo para ser escuchada.

En fin.





- Tomad. Poned cinco cosas que queréis llevar al viaje. - Pandora les entregó un folio y un bolígrafo a cada uno de los viajeros, que se encontraban sentados en torno a la mesa del comedor.

- ¿Cinco cosas, SOLO? - Lestat se debatía entre la colección de discos de Pipo el dinosaurio y el calendario de Madonna.

- La colección de discos de Pipo el Dinosaurio, cuentan como varias cosas.

- No es cierto. Es una cosa, no sabes contar.

- Son varias, porque son varios discos.

- Vale mamá, lo recordaré en adelante. - Lestat pensaba en vengarse. Tachó de su lista provisional “Discos de Pipo”

- ¿Entonces solo se puede llevar un zapato? - Amadeo levantó la mano cual colegial. Todos rieron ante la pregunta inocente.
Pandora se acercó despacio, cogió el bolígrafo de su mano y puso en su folio: No se incluyen cosas de primera necesidad.

- Ropa incluida.

- Estas siendo un poco dictatorial. – Marius intervino algo lento de reflejos. – La posición que tienes ante las maletas es un tanto…

- ¡Ay! Cállate Marius. Luego aguantas tú al niño dando vueltas porque se ha dejado el mp3.

- Claro. Así empiezan todas las discusiones.

- Yo no estoy discutiendo.

- No, claro, soy el que está discutiendo.

- Solo te digo que pongas cinco cosas en un folio, ¿Es muy difícil para ti?

- No es el fin de la dificultad, sino la especificación que me pides.

- ¿No puedes hacerlo?

- Si puedo, pero…

- Pero no quieres.

- No he dicho eso.

- No ha hecho falta.



- Creo que me estoy perdiendo… - Lestat se levantó y le puso en la mano el folio con las cinco cosas. Uno a uno, fueron entregándole también los papeles escritos a Pandora.

- Nos vamos a ver la tele un rato. – Nicolás abrió la puerta y salió con Amadeo escuchando de fondo jarrones, mesas, sillas y demás mobiliario rompible.







Música de final.
La lista de cinco cosas se convirtió en unas treinta y siete de Lestat. Una de Amadeo, Una de Nicolás. Cuatro de Louis. Ninguna de Pandora. Ninguna de Marius...

No les dio tiempo.

lunes, 4 de mayo de 2009

El cambio siempre es necesario

- Y, ¿cómo se vive en Europa?- preguntó una noche Sybelle sin dejar de tocar La Appassionata, mirando a Armand.
- Es un lugar muy agradable, y con unas costumbres y tradiciones diferentes a las de América.
El joven y dinámico Benji dejó su tabaco y también se quedó mirando a mi inmortal ángel:
- Dybbuk, ¿extrañas el Viejo Mundo?
Aparté mi mirada del lienzo en el que me encontraba pintando a una joven de rubia cabellera y la fijé en el ser de los cabellos rojizos más hermosos del mundo conocido.
Al principio su expresion se quedó pensativa e inconscientemente giró sus oscuros ojos para encontrarse con los míos, antes de volver a dirigirlos hasta los de Benji:
- ¿Existe algo que no añore en esta, mi existencia? Por supuesto que extraño el Viejo Mundo.- comenzó con voz suave, como si de un cuento se tratase.- Las calles de París, con su lluvia y el acento de sus gentes; el frío del Norte, con la rudeza de su vida; e Italia...
Aquella frase en el aire, sin terminar, se clavó en el fondo de mi ser con fuerza, como si hubiera sido dicha por aquellos labios solo con el mero sentido de hacerme sentir así.

El amanecer hizo presencia anunciando un nuevo día y todos nos retiramos dejando esa pequeña conversacion flotando en el salón, deseando volver a ser retomada:
- Pandora, ¿te gustaría viajar?- pregunté sin rodeos abrazando su suave cuerpo desnudo tras el acto sexual.
- ¿Viajar? ¿A dónde quieres ir?
- Hace demasiado tiempo que no vamos a la vieja Europa.
Mi compañera se incorporó lo suficiente para mirarme a los ojos enarcando una ceja:
- ¿A qué viene de pronto esa repentina añoranza por la Vieja Patria?-preguntó seriamente.- ¿No tendrá que ver cierto adolescente con ell...?
Acallé esas mundanas palabras con un beso antes de acariciar su oscuro cabello cortando el beso y sumergiendome en sus ojos chocolate con aquellos destellos dorados tan preciados:
- No iremos a Italia si eso te disgusta, demasiados recuerdos, estaba loco. Irémos a la antigua Hispania, recorreremos Sevilla, Barcelona y respiraremos Madrid.

Sybelle decidió no venir con nosotros, argumentando que no soportaría el calor; Benji se negó a separarse de Sybelle; y mi preciosa y delicada Bianca declinó su respuesta y decidió que necesitaba acostumbrarse mejor a vivir en mi casa antes de un nuevo viaje.
Parecía que sería un viaje, aunque arriesgado (vivir durante un tiempo acompañado por Pandora y Armand es como tener una bomba de relojería), inolvidable, tranquilo y reparador. Pero los rumores entre la comunidad vampírica se expanden rápidamente.

Sócrates afirmaba que la virtud no era enseñable ni transferible. ¿La paciencia es una virtud? Deseo que no lo sea. Un pequeño grupo de Inmortales nos dirigimos hacia España. Un grupo compuesto por un cantante de rock, un violinista, un enamorado de una niña fantasma, una hija de los milenios, un ángel de alas negras... y yo, un rubio romano lo bastante loco como para haber propuesto este viaje.

sábado, 25 de abril de 2009

Pandora...

Su mano repasó el suave algodón tensado, dibujó con sus ganas cada milímetro y con destreza colocó en su sitio la almohada. Increiblemente, un aroma a antigüedad inundó sus sentidos.
La oscuridad sufrió pensada. Quiso tocar el azabache de su pelo con destreza; ella no lo permitió. La luz inaudible de la lámpara volvio loca a la negrura aplastante, quería dormir. Tan a su pesar seguía pensando. No paraba de pensar y no dejaría de hacerlo. NUNCA.
Lo que ella empezó a considerar como tiempo, se habia convertido en una trivialidad, no deseaba que existiera, y aunque así fuera sido, nunca habría malinterpretado su significado. Era tan tarde que jamás volvería a su estado natural. Su naturaleza humana había muerto y el único resquicio que de ella le quedaba se encontraba a cinco metros, promulgando pasajes de su biblia pecaminosa, enroscando su lengua trémula y maldita bien hablada en los ojos de un joven trepador.

Había muerto su inquietante maldad, y aún sin embargo, quería continuar matándole. Una y otra vez.
Aligerando su peso continuó haciendo la cama, esperando que por casualidad algún día podría hundirse entre sus sábanas y desaparecer, como quien hace un truco de magia. Desvanecerse entre el blanco lino y el rojo terciopelo.


Suspiró.


Escuchaba las voces de la habitación de ÉL. Desesperante. De tanto dolor a veces se maltrataba. Ninguna parte de su cuerpo hablaba del tema. Simplemente se dejaba huir, cada herida era sanada, cada yaga curada; su corazón estaba maltrecho. No les importaba. Al menos a él no.
Maldito el día que quiso contentarle, fue estúpida. ¡Como pudo serlo!
No se dió cuenta en lo que se metía. Nunca fue feliz, pero nunca quiso serlo así. No de esta manera, y siendo lo que ahora era. La otra, la amante, la despechada. La tonta del culebrón, la asqueada, la madrastra, la malinterpretadora de frases, la interruptora. Esa, aquella, ésta, la de aqui, la de allá...



Alguien que no era y que nunca será.



No paraban de hablar. Ella tenía ganas de mandarles callar. Apretó con fuerza sus uñas contra la carne. Dolía, pero no quería parar, mantenerse en sus trece, podía superarlo, podía hacerlo.
Unas lágrimas corrieron sus mejillas. Lloraba de impotencia y de soledad. Se limpió con un pañuelo rápida, sin dejar que formaran un cerco de sangre en sus ojos.
No, su compañía a veces no servía para nada. Nombre de sus desdichas y hombre de su corazón apenas compartía fibras y algodón. Pocos metros cuadrados donde el amor flotaba en el otro cuarto, no en este.


Dió un respingo cuando escuchó el sonido de la puerta al abrirse, el susurro en el viento de sus pasos...
Estaba tan enamorada que lo sentía, hasta por la pequeña brisa del movimiento de sus manos cuando habla, manifestándose en contra de la timidez y la quietud. Incluso el magnífico sonido de los botones de su chaqueta.
Podía no disculparse ante la vida, de haber cometido errores y de haber perseguido un sueño eternamente, pero sin duda le daba gracias por la extensión de su brazo intrínseco; aquel que le permitía sentir, ver, tocar, probar, morder y bailar lo inmortal del plano del universo. Incluso llegar a pensar que la curva de su dedo meñique era superior al de cualquiera. O deducir tras mil relaciones de teoremas matemáticos, el grado de inclinación de su cabeza mientras lee Horacio.

Habia vuelto a perder la cabeza. Estaba tan al borde del éxtasis que todo lo pensado se convirtió en nube y voló sin rumbo presto de la lluvia.

- Pandora...

Siguiendo a los Perdidos...